Lluvia.




Está lloviendo.

El día es oscuro, las gotas caen con violencia y revientan en el suelo como bombas de guerra.

Las nubes grises decoran el cielo fúnebre. Todo está nublado, oscuro, perdido. Las calles, la gente, el mundo.

Lo sé, lo observo tras mi ventana. Soy uno de los pocos, quizá el único, apoyado en el vidrio donde las gotas se deslizan como perversos reptiles. Los demás tienen las cortinas cerradas. Soy uno de los pocos, quizá el único, que soporta una vista así.

Como presenciar la más triste película en blanco y negro, las calles cubiertas de una espesa melancolía se asemejan a una ciudad fantasma, abandonada.

El silencio de las urbes es interrumpido por los pequeños chillidos y lamentos de la gente corriendo entre la pesada lluvia. Se esconden donde pueden, bajo edificios, en sus casas, cubriéndose con sus chaquetas, evitando de cualquier manera el bombardeo acuático.

Por un momento llego a pensar que no se trata de una lluvia normal; es un ácido mortal. La desesperación de la gente por escapar de las inmensas gotas que golpean sus rostros es inquietante.

Para mi sorpresa, entre toda esa gente, distingo a un grupo pequeño; algunos miembros de las familias más adineradas de la ciudad corren junto a los demás. Las mujeres tienen el costoso maquillaje diluido sobre sus mejillas, dándoles un aspecto tenebroso, como si de un llanto amargo se tratase. Si el maquillaje ayuda a resaltar la belleza de una mujer, en este caso las hacía grotescas. Los hombres, tienen empapados sus mejores trajes, echados completamente a perder. Ya no irradian ese selecto buen gusto y glamour que alguna vez tuvieron. La lluvia moja su soberbia.

De repente, algo más me sorprende. Entre todo ese alboroto, varios chicos salían de sus casas. Elevando los brazos esperando a que un río del cielo los bañe y cubra todo su ser.

En medio de la calle, una fiesta nacía. Chicos y chicas de toda clase danzan bajo la lluvia, riendo y disfrutando con los ojos cerrados cada gota que cae sobre su piel.

Entre todos los danzantes, hay 4 que no lo hacen, son mayores y miran a los demás como miran los encantadores de serpientes a sus reptiles.

Poco a poco la pequeña fiesta se convertía en un carnaval. El alcohol y cigarros se filtran entre la multitud. Chicos de todas las edades salen del refugio de sus casas a festejar con los demás.

Hasta que sucedió. Tarde o temprano me llegaría a mí. Dejaría de ser un simple espectador, para formar parte de ellos.

Varias chicas y chicos me llamaban a mezclarme con ellos y compartir la celebración.

Lo pienso, y obviamente no quiero mojarme. No quiero consumir el veneno que entre ellos corre.

Pero hay algo, algo muy fuerte que me impulsa a seguirles, a unirme a ese peligroso éxtasis masivo.

Sin percatarme, ya estoy lejos de mi ventana, con la mano en la puerta, dispuesto a salir. Giro la perilla, abro la puerta con mucho cuidado, pero un sonido me detiene, no soy el primero de mi calle en salir, no soy el primero en sucumbir ante la tentación y el retumbar de las risas y tambores invitándome a la celebración.
Se escuchan más voces allá afuera. Como si la conciencia helada me volviera al cuerpo, reacciono mirando inquieto a todos lados, cierro la puerta inmediatamente y cual roedor asustado retorno con prisa a mi ventana.

Varios amigos míos salían de sus casas y se acercaban con curiosidad. Sintiendo que eso era realmente lo suyo. Intentando encajar en ese mundo allá afuera.

La lluvia se torna algo extraña. Aquellas chicas que salieron de sus casas, muy hermosas y con bellos vestidos, ahora están empapadas y con las prendas rasgadas. Al parecer a los demás les gusta eso, las miran con deseo y se les acercan, ellas lo disfrutan y sonríen. Actúan raro, como si no les importara más nada.

Algunas chicas aún se resisten a ir, pero varias son llevadas a la fuerza, lo sé por sus gestos de incomodidad y sus sonrisas fingidas, y por las lágrimas que recorren sus pómulos e intentan limpiar sin que los demás lo perciban.

No estoy seguro en qué momento dejé de tener esa inquietante curiosidad que avivaba mi deseo de unírmeles, ahora su exaltada euforia planta en mí un miedo que brota desde mis entrañas y recorre mi pecho hasta presionar mi garganta. Esa extraña sensación de supervivencia diciéndome que unirme a ellos, sería mi perdición.

Sus embriagados gritos confunden la desesperación y el gozo, no sé si disfrutan lo que hacen o si les causa un profundo dolor. No sé si ríen o en realidad presionan sus dientes con dolorosa amargura. Sus ojos y gestos me hacen aferrarme con fuerza a las cortinas semicerradas. Tengo miedo.

Entre el tumulto, percibo un par de chicos que se han detenido, mirando desorientados a su alrededor. Han reaccionado. Volvieron en sí y se despojan de la algarabía que los devoraba. Como si hubieran visto al peor de los demonios, corren desesperados, intentando huir de aquel infierno. Quizá el demonio de la cruda realidad.

Uno de ellos es rápido y se abre paso entre los demás, pero el otro no consigue la misma suerte. Un grupo lo detienen y empiezan a rodearlo. Lo pierdo de vista.

A pesar de todo, algo vuelve a invadirme. Una presión insoportable que me obliga a dejarlo todo e irme con ellos. Unirme a sus gozos, a sus vicios, a sus placeres y tentaciones. Quiero dejarlo todo y ser parte de ese mundano séquito de hombres que cada vez aumentan más y más, ser parte de ellos y dejar de ser alguien diferente, ser uno más del montón. Quiero dejarlo todo y perderme.

Drogas, alcohol, sexo, cualquier cosa es válida entre ellos para saciar sus desesperadas ansias de placer. Olvidar a sus familias, olvidar el respeto, tratar a las mujeres como insensible ganado y objetos sexuales; cualquier cosa es válida para ellos.

Tengo una desesperada batalla interna. La tentación es demasiado grande y poderosa, mi fuerza de voluntad está por ceder. Pero nuevamente retorna a mí esa íntima sensación diciéndome que no habrá marcha atrás. Que una vez que la lluvia caiga sobre mí, quedaré empapado para siempre.

La batalla continua. La gente, mis amigos, todos me llaman. Un lado de mí sabe que no es correcto.

No sé si salir, y ser uno más del montón. O quedarme en mi casa y ser de los pocos que lograron vencer la tentación que el mundo nos rodea.

La batalla continua. Sigo perdiendo amigos. La lluvia ya dejó de ser simples gotas de agua turbia. Ahora es una tormenta.

La batalla continua. Mientras yo, sigo observando desde mi ventana.


....


Hace algún tiempo (mucho tiempo) me sentía realmente confundido, preocupado, apenado por varios amigos míos que habían cambiado; atrás quedó esa inocencia tan nuestra y creyeron que madurar era hacer todas las estupideces que los adultos hacían. Tenía tantos sentimientos dentro de mí, tantas presiones que en cualquier momento rebalsarían y serían expulsadas por mis lagrimales, por mi mente, por mis acciones y decisiones. Como siempre, tuve la enorme necesidad de exorcizar aquellos demonios internos, desahogarme antes de quedar sin aliento, por lo que decidí escribir una metáfora muy obvia de lo que dentro de mí pasaba.

Hace pocos días, me dispuse a desempolvar este relato, sacarlo de aquél oscuro baúl del olvido y darle una nueva oportunidad. ¿Por qué? Porque volví a sentir esa extraña confusión, impotencia y miseria que sentí al escribir esto por primera vez. Mi alma se había estado adormeciendo y estaba cayendo en algo de lo que quizá nunca saldría.

Pulí el relato, quise retratar con exactitud lo que sentía, o al menos asemejarme a lo que siento. Como es obvio, cada lector reaccionará de diferente manera, unos comprendiendo lo que pasa, otros dejando la lectura por simple aburrimiento e indiferencia.

Si has llegado hasta aquí, felicitaciones, y muchas gracias por tu atención. Y recuerda, sólo tú decides mantenerte íntegro, o empapado para siempre.

R.

1 Response to Lluvia.

  1. Piedrita* says:

    Hata que porfin! ;D

    Al principio pensé que hablabas de drogas :E
    pero después me di cuenta a quienes te refieres 8) mentira Renatín, interesante tu historia, creéme no eres el único, pero quién te ayudo a exteriorizar tus turbios pensamientos... y sentimientos *.* : PIEDRILLA ;D (viva yo, qe te hize recordar tu abandonado blog ¬¬).

    PD.Que hace un traductor ahi? :E